UNIDAD 2 SISTEMA DE EVALUACIÓN PARTICIPATIVO



SISTEMA DE EVALUACIÓN PARTICIPATIVO




Antes de pasar a describir cuáles han sido las experiencias sobre evaluación participativa que me han sido más relevantes para reflexionarlas desde mi propia práctica docente, quisiera precisar algunos aspectos importantes que he rescatado de manera general sobre la evaluación participativa recogidos de las evidencias de esta semana. 

Actualmente, son muchos los esfuerzos (aunque no los suficientes) de diversas instituciones por implementar sistemas de evaluación más participativos, un sistema en el que el docente no sea la única autoridad evaluadora, sino que el estudiante también tenga la oportunidad de evaluarse a sí mismo y a sus pares, bajo la modalidad de autoevaluación y coevaluación. 

Suena interesante, pero cómo desarrollar la capacidad de evaluar de un estudiante para que sea objetivo a la hora de evaluarse a sí mismo y no se ponga 20? cómo lograr que evalúen a sus compañeros sin dejarse llevar por la amistad, el compañerismo, la benevolencia, la antipatía, la rivalidad, etc. 

Un enfoque en la evaluación que permita la participación de los estudiantes plantea importantes implicaciones y cambios profundos en la concepción de la magnitud de la actividad evaluadora. No se trata solo de un cambio de la práctica docente sino que implica toda una organización curricular, un compromiso institucional, un diseño totalmente diferente al concebido que involucra varios niveles en el proceso de enseñanza aprendizaje. 

La evaluación se debe convertir en un instrumento en favor del aprendizaje, capaz de proporcionar a través de una serie de actividades una retroalimentación eficaz y oportuna y a la vez dar cuenta de la asimilación de los contenidos y la forma cómo se organizan los materiales didácticos.

Es importante entender que la evaluación afecta todas las etapas del aprendizaje, pero entre ellas pocas veces consideramos la motivación y los intereses de los propios estudiantes. Los aspectos emocionales son quizá más importantes que los contenidos del curso, no porque estén sobre ellos, sino que lo emocional afecta directamente la manera como aprende el estudiante y el grado de implicación que desarrolle con su propio aprendizaje. 

Por ello, pensar en un sistema evaluativo que permita al estudiante evaluarse a sí mismo y a sus pares puede generar una mayor consciencia de la necesidad de autorregulación y autonomía que deben desarrollarse. 

También es importante entender que todo proceso de evaluación ha de ser claro y explícito, tanto en los criterios que serán utilizados como en los objetivos de este proceso y las destrezas y habilidades que se requieren para lograr dichos objetivos. 

El trabajo en grupo es un eje fundamental de la evaluación. En un mundo como el que tenemos que enfrentar hoy, no es posible concebir un trabajo individual, sin cooperación. El trabajo en grupo requiere aprender a producir resultados de alta calidad de manera conjunta para el bien común. Los estudiantes tienen la oportunidad de compartir ideas y recursos para solucionar problemas como en la vida de real y produce resultados cognitivos más altos. Propicia la proactividad, un aprendizaje significativo y fomenta el desarrollo de competencias interpersonales, de negociación, la resolución de conflictos, la toma de decisiones se generan comunidades de aprendizaje y fomentan la responsabilidad de cada participante. El trabajo en equipos previamente planificado incluso reduce los niveles de abandono de los estudiantes.  

Pero cómo evaluar el trabajo en equipo, acaso es suficiente la evaluación por parte del docente. Si el trabajo en equipo está permitiendo el desarrollo de una serie de destrezas, habilidades y competencias en los estudiantes, se convierte entonces en el escenario perfecto para desarrollar en ellos también su capacidad de evaluarse como equipo, tanto a sí mismos como a sus pares. Este tipo de evaluación da cierre a a todo un ciclo de procesos sumamente enriquecedores donde la autorregulación y la autonomía juegan un papel fundamental. Este tipo de evaluación puede aportar mucho a nivel formativo y se vuelve un gran incentivo para los estudiantes de poder intervenir en su propio progreso.  

Luego de revisar las evidencias, son tres las experiencias que me interesaron: 

La experiencia I: Escala de calificación graduada y elección por el alumnado al principio de la asignatura. 

De esta experiencia me pareció muy interesante la posibilidad que tiene el estudiante de elegir la nota que quiere obtener desde el inicio del curso y que los criterios para conseguirlo sean tan claros que desde el inicio también conozca cabalmente la demanda de trabajo que tendrá a lo largo del curso. También rescato el grado de compromiso en los trabajos en grupo que se genera de tal decisión, pues se necesita un alto grado de exigencia tanto con uno mismo, con los compañeros y con el profesor al perseguir un fin común previamente pactado. También me resulta interesante el nivel de acompañamiento del docente y la asesoría continua porque permite evidenciar el proceso de aprendizaje y los logros alcanzados, así como permite identificar a tiempo los puntos que se pueden reforzar. 

La experiencia IV: La evaluación formativa a través del portafolio de los estudiantes. 

De esta experiencia, me resulta interesante la aplicación del portafolio como un instrumento que permite registrar un conjunto de actividades y procesos de aprendizaje tanto de carácter obligatorio como opcional. Este instrumento abre un espacio para que el estudiante pueda vincular lo que va aprendiendo a sus propios intereses, sus saberes previos y sus motivaciones, lo que genera un aprendizaje significativo. 

La experiencia XI: Dos vías de evaluación y aprendizaje dentro de una misma asignatura. 

De esta experiencia rescato nuevamente la aplicación del portafolio, que a su vez se sustenta en el diario de clases, la elaboración de preguntas de reflexión y el trabajo bibliográfico. De hecho, me llamó la atención por reconocer el curso de Didáctica bajo parte de este sistema de evaluación. Leerlo como experiencia y vivirlo como estudiante en alguna medida, me permiten constatar que efectivamente puede ser una manera muy útil de aprender, pero también coincido con el alto grado de agobio al que puede llegar uno como estudiante. Por lo que creo que funciona solo para alumnos que ya han desarrollado previamente un método de trabajo autónomo, autorregulado, comprometido y responsable, por lo que a pesar de parecerme interesante, puede no ser muy útil para estudiantes en primeros ciclos de formación. 

Cómo aplicarlas a mi práctica docente: 

De la experiencia I: Me encantaría llevar a la práctica la elección de la calificación por parte de mis estudiantes al inicio de ciclo. Y a partir de lo que elijan formar grupos de trabajo. Sería interesante poder observar lo que pasa al interior de cada grupo al clasificarse ellos mismos desde el inicio. Los grupos serían provisionales; es decir, primero los separo según las calificaciones que desean obtener y veo cómo funcionan las dinámicas a nivel interno con un trabajo de grupo como prueba para observar cómo los chicos se están desempeñando. 

De la experiencia IV: El uso del portafolio también me atrae como herramienta didáctica. Hace un tiempo intenté poner en práctica algo parecido; en ese entonces no sabía la existencia del portafolio como herramienta y todas las características que tenía como tal y que debía tener en cuenta, sino que se me ocurrió producto de mi propia experiencia como alumna en los cursos de final de carrera de la especialidad de grabado, donde uno lleva algo así como un "portafolio" de investigación donde consigna toda la investigación previa de su propuesta visual, con cronograma, bibliografía, ensayos de las propias propuestas, entre otras cosas y sirve para mostrar el proceso y los avances a los docentes una vez a la semana o dos si el estudiante lo requiere. Es esta experiencia donde aplique algo semejante al portafolio, hice bastante énfasis en que se vinculara los intereses personales con el curso, incluso el portafolio podía ser diseñado por el estudiante de manera artesanal o digital. Hubo resultados muy interesantes, pero fueron pocos, porque la carga de trabajo a los chicos se les hizo muy pesada y no sabían como organizarse. Además por la naturaleza del curso, el acompañamiento que yo podía realizar como docente era muy breve y el trabajo (entiendo ahora) estuvo un poco a la deriva. 

Luego incorporé el uso del blog, para evidenciar el proceso de investigación del proyecto final del curso.  Como solo contenía una unidad didáctica el trabajo fue mucho más manejable tanto para los estudiantes como para mí como docente y los resultados fueron mejores. Pero claro que luego me di cuenta de que aún quedan cosas por ajustar.

Ahora, con toda la información que he leído sobre los portafolios, me gustaría hacer una adaptación para mi curso y con la experiencia previa y siendo consciente de los aciertos y los desaciertos, quisiera probar nuevamente. La diferencia es que me ha quedado muy claro el hecho de que parte del éxito de este tipo de herramientas consta en la claridad de los criterios y los objetivos. Ambos deben estar cuidadosamente definidos y explicitados a los estudiantes. También sé que ahora podría organizar mejor el acompañamiento, destinando cada cierto número de sesiones un tiempo para revisar junto con los estudiantes sus avances y promover también responsabilidad y la autorregulación a través de la coevaluación y la autoevaluación. 

De la experiencia XI: Rescato de esta experiencia el el diario de clases, pues me parece que dentro del portafolio se vuelve una estrategia sencilla para conducir parte del proceso, también me parece genial el proceso de preguntas de reflexión, sin embargo, dado que los estudiantes están cursando los primeros ciclos de carrera, sería yo como docente la que podría ayudarlos a elaborar sus preguntas y acompañarlos en sus reflexiones. 

A manera de conclusión: 

Como docente me encuentro en un proceso de rediseño de mi curso, desde hace seis meses he propuesto varias modificaciones centradas en el aprendizaje. Creo que todo lo que he podido avanzar se acerca mucho a un aprendizaje más constructivo y autónomo, sin embargo, no había considerado la evaluación de manera tan minuciosa y acorde a los cambios didácticos, pues no conocía cabalmente la importancia de la evaluación asociada a todos los demás aspectos de la enseñanza. Conocer estas experiencias, me ha ayudado a comprender mejor que la evaluación implica una serie de pasos vitales para el éxito del aprendizaje y que no se puede relegar y me ha ayudado a desarrollar parte de las competencias del curso de Evaluación de los aprendizajes que espero culminar con éxito en el diseño del sistema de evaluación de mi curso que de ser coherente y estar bien articulado, podré implementar el siguiente ciclo académico. 


Evidencias consultadas: 

Watts, F. & García-Carbonell, A. (ed.) (2006). Evaluación compartida: investigación multidisciplinar. IEMA.

Lopez Pastor, V. (2009). Evaluación formativa y compartida en educación superior. Propuestas, técnicas, instrumentos y experiencias. Madrid.

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